La Amazonía es uno de los bienes naturales más valiosos de toda la humanidad y la mayor reserva natural del planeta. Con siete millones de kilómetros cuadrados, de los cuales cinco millones y medio son bosques, es uno de los biomas más ricos en biodiversidad del mundo, jugando un papel fundamental en el equilibrio ambiental y climático del planeta y en la conservación de los recursos hídricos. También llena de contradicciones, la región tiene 7 de las 10 ciudades más contaminantes de Brasil, siendo São Félix do Xingu (PA) la más contaminante y con el mayor hato de ganado del mundo.
Según el IBGE, la Amazonía ocupa aproximadamente 49.29% del territorio brasileño, abarca los estados de Acre, Amapá, Amazonas, Pará, Roraima, Rondônia, Mato Grosso, Maranhão y Tocantins, y cuenta con 772 municipios. Con una población de más de 29,6 millones de habitantes, representa aproximadamente el 13% del contingente brasileño.
El mapa de población actual de la región revela algunas características interesantes. Uno de ellos es el ligero predominio de las mujeres, que representan el 50,3% del total. Estos datos reflejan la composición demográfica de la región y resaltan la importancia de la mujer en la sociedad amazónica.
En cuanto al grupo de edad, se destacan los adultos entre 30 y 49 años, que suman 8.063.449 personas. Este grupo de edad representa la fase productiva de la vida, en la que muchos individuos se dedican a actividades económicas como la agricultura, el comercio, la industria y los servicios. Estos adultos juegan un papel crucial en el desarrollo de la región, contribuyendo a su crecimiento económico y social.
Por otro lado, los adultos mayores de 65 años conforman el grupo con menor número de individuos en la región, representando sólo el 7,5% de la población. Estos datos pueden atribuirse a varios factores, como la tasa de natalidad relativamente alta y la falta de una estructura adecuada para el cuidado y el bienestar de los ancianos en la región. Es importante señalar, sin embargo, que el aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la población son fenómenos que también se hacen más evidentes en la Amazonía, demandando atención y políticas públicas dirigidas a los ancianos.
Es fundamental reconocer la importancia de cada grupo de edad y género en la sociedad amazónica. Las mujeres juegan un papel crucial no solo como miembros de la fuerza laboral, sino también como líderes comunitarias, cuidadoras y agentes de cambio. Los adultos entre 30 y 49 años son fundamentales para el desarrollo económico y social de la región, mientras que los adultos mayores traen consigo vasta experiencia y conocimiento, además de merecer atención y respeto a sus necesidades específicas.
La clasificación por razas en la Amazonía revela un cuadro interesante de la composición étnica de la región. La población parda representa la mayoría, con 68,6% del total. Estos datos reflejan el mestizaje histórico y cultural que caracteriza a la región, resultado de la interacción entre indígenas, europeos, africanos y otras etnias a lo largo de los siglos.
El predominio de la población morena en la Amazonía es un reflejo de la diversidad étnica y cultural que impregna la región. Esta diversidad es uno de los aspectos más ricos y llamativos de la Amazonía, que alberga una multitud de etnias, cada una con sus propias tradiciones, idiomas y formas de vida específicas. La convivencia e interacción entre estos grupos es parte integral de la identidad amazónica y contribuye a la formación de una sociedad pluricultural y plural.
En cuanto a los blancos, representan el 20,7% de la población de la Amazonía. Esta porción de la población es el resultado de la colonización europea en la región, que trajo consigo influencias culturales, políticas y económicas.
La población negra representa el 8,5% de la población amazónica. La presencia de negros en la región es el resultado de la historia de la esclavitud en Brasil, en la que muchos africanos fueron llevados a trabajar en plantaciones, minas y grandes casas. Esta parte de la población hace una contribución significativa a la cultura y la economía locales, enriqueciendo la diversidad étnica y promoviendo la apreciación de las tradiciones afrobrasileñas.
El levantamiento de datos sobre la estructura familiar y la distribución de clases sociales en la Amazonía revela aspectos importantes sobre la realidad socioeconómica de la región. El tipo de familia más común es la pareja con hijos y doble ingreso, reflejando una dinámica en la que ambos cónyuges trabajan para mantener a la familia. Esta configuración familiar puede ser el resultado de demandas económicas y oportunidades laborales en la región, que incentivan la participación de ambos miembros de la pareja en el mercado laboral.
En cuanto a los hogares, más de 7 millones de los 8.292.563 que existen son viviendas, lo que evidencia la preferencia de la población por este tipo de vivienda. Las casas ofrecen mayor espacio y privacidad para las familias, además de permitir una mayor autonomía y libertad en el manejo del espacio doméstico. Este predominio de la vivienda en la Amazonía puede estar relacionado con la disponibilidad de tierra y la tradición de construir y ocupar el territorio.
En cuanto a la distribución de clases sociales, la investigación indica que la clase social baja es la predominante en la región, siendo cuatro veces mayor que la clase alta. Estos datos reflejan las desigualdades socioeconómicas presentes en la Amazonía, en línea con la realidad de Brasil en su conjunto. La concentración de recursos y oportunidades en ciertos sectores y la falta de acceso a servicios básicos y oportunidades de movilidad social son factores que contribuyen a esta disparidad.
En cuanto a las empresas de la Amazonía, la encuesta revela que alrededor de 40% son del sector servicios, lo que demuestra la importancia de este segmento económico en la región. Este predominio del sector servicios puede estar relacionado con actividades vinculadas al turismo, comercio, transporte y otros servicios destinados a satisfacer las necesidades de la población local y visitantes de la región.
Por otro lado, las empresas agropecuarias representan menos de 1% del total, a pesar de que la Amazonía es reconocida como una región con gran potencial para actividades agropecuarias. Esta disparidad puede explicarse por varios factores, como la presencia de latifundios, la presión sobre las tierras indígenas y las áreas de preservación, además de cuestiones relacionadas con la infraestructura y la logística.
A pesar de la baja participación de las empresas agrícolas en el total de empresas, es importante destacar que estas actividades juegan un papel importante en la economía de la Amazonía, especialmente en lo que se refiere a los agronegocios. La Amazonía es reconocida a nivel mundial como una región con gran potencial agrícola y ganadero, y su papel en la producción de alimentos y el comercio internacional es relevante.
Bajo esta premisa, los representantes del país reiteraron el compromiso de Brasil con las diferentes normas internacionales y la búsqueda del equilibrio entre la preservación ambiental y las actividades esenciales de extractivismo. Reconociendo la importancia de los estándares internacionales, Brasil destaca la necesidad de dar cabida a las actividades económicas que forman parte del extractivismo sostenible.
Frente a la creciente preocupación por la deforestación en la Amazonía, Brasil enfatiza la importancia de considerar a las comunidades que dependen de las actividades forestales para su sustento. El país cuenta con Unidades de Conservación de Uso Sostenible que permiten realizar actividades económicas mediante un manejo adecuado, beneficiando a las comunidades locales. Estas comunidades han sido reconocidas y valoradas tanto dentro como fuera del país por su papel en la conservación del bosque y la promoción del desarrollo sostenible.
Además, Brasil anunció una iniciativa conjunta del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (IFAD) y el gobierno del estado de Maranhão para combatir la degradación ambiental en la selva amazónica. El Proyecto de Gestión Sostenible de la Amazonía en Maranhão tiene como objetivo reducir la pobreza y la inseguridad alimentaria en la región, promoviendo el desarrollo socioeconómico a través del uso sostenible de los recursos naturales.
El proyecto cubre un área de 58.755 km², que abarca las regiones de Amazônia, Gurupi y Pindaré, incluidas las tierras indígenas de Arariboia. Esta área corresponde a cerca de 72% de selva amazónica en el estado de Maranhão. La iniciativa tiene como objetivo capacitar a agricultores familiares, pueblos indígenas y otras comunidades tradicionales en el manejo forestal sostenible. A través de esta gestión responsable, se busca incrementar la productividad de las actividades económicas, promover la biodiversidad y proteger los servicios ecosistémicos que brinda el bosque.
La región contemplada por el proyecto enfrenta amenazas constantes de deforestación y degradación, especialmente debido a la tala ilegal y la expansión de la frontera agrícola. Por lo tanto, es fundamental implementar prácticas de manejo forestal sostenible que permitan conciliar el desarrollo socioeconómico con la conservación de los recursos naturales y la protección del medio ambiente.
El arte producido por mujeres indígenas en la Amazonía, por ejemplo, juega un papel importante en la promoción del comercio ético y la valoración de la cultura y la identidad de estas comunidades. Estas mujeres han utilizado su habilidad artística para crear piezas únicas y significativas que reflejan su conexión con la naturaleza, su cosmovisión y sus tradiciones ancestrales.
El arte indígena amazónico es diverso y abarca una variedad de técnicas y materiales, que incluyen cerámica, cestería, tejido, pintura corporal y escultura. Cada pieza lleva consigo una rica narrativa cultural, transmitiendo conocimientos tradicionales, mitos y símbolos que representan la cosmología indígena y su relación con el bosque y los seres que lo habitan.
Al promover el comercio ético de estas obras de arte, las mujeres indígenas de la Amazonía tienen la oportunidad de fortalecer sus comunidades y mejorar sus condiciones de vida. El comercio justo y ético les permite obtener una retribución justa por su trabajo, valorando su saber hacer y preservando sus tradiciones. Además, al establecer relaciones directas con los compradores interesados, tienen la oportunidad de contar sus historias, compartir sus culturas y luchar contra los estereotipos y prejuicios.
La comercialización del arte indígena de la Amazonía también contribuye a la conservación del medio ambiente ya la valorización de los recursos naturales. Muchas de las técnicas utilizadas en la producción artística implican el uso de materiales sostenibles, como fibras vegetales, tintes naturales y madera certificada. Al promover el uso responsable de estos recursos, las mujeres indígenas muestran un ejemplo práctico de cómo es posible conciliar el desarrollo económico con la preservación de la naturaleza.
Además, el comercio ético del arte indígena fomenta la valoración de la diversidad cultural y el respeto a los derechos de los pueblos indígenas. Al adquirir una obra de arte indígena, los consumidores tienen la oportunidad de apoyar directamente a las comunidades indígenas, contribuyendo a su autonomía, autoestima y preservación de su identidad cultural.
Esta iniciativa representa un paso importante en la promoción de un modelo de desarrollo sostenible en la Amazonía, involucrando a las comunidades locales como agentes activos en la preservación de la selva. Al valorar la gestión forestal sostenible, buscamos lograr un equilibrio entre la conservación del medio ambiente, el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades y el uso responsable de los recursos naturales.
Pueblos Indígenas y la Amazonía: Una Historia de Sostenibilidad y Resiliencia
Al mencionar el espacio amazónico, es común que los pueblos indígenas sean los principales sujetos evocados y asociados a esta región. Esta asociación y las imágenes relacionadas con los pueblos indígenas de la Amazonía han sido ampliamente difundidas a escala mundial. Esta representación no es casual, ya que los pueblos indígenas juegan un papel crucial en la preservación de la selva amazónica y en el mantenimiento de la rica diversidad cultural de esta zona.
Los pueblos indígenas de la Amazonía son reconocidos como los guardianes ancestrales de este ecosistema, que alberga la selva tropical más grande del planeta. Sus culturas están profundamente arraigadas en una relación armoniosa con la naturaleza y en la comprensión de la importancia de preservar el equilibrio ambiental. A lo largo de los siglos, han desarrollado prácticas sostenibles en el uso de la tierra, el manejo forestal y la conservación de los recursos naturales, transmitiendo este conocimiento de generación en generación.
Las imágenes de los pueblos indígenas de la Amazonía, con su pintura corporal, artefactos tradicionales y modos de vida comunitarios, despiertan fascinación y admiración en personas de todo el mundo. Su relación simbiótica con la naturaleza, su sabiduría ancestral y su resiliencia frente a los desafíos contemporáneos han inspirado movimientos ambientales y culturales, generando una creciente conciencia sobre la importancia de conservar la Amazonía y respetar las culturas indígenas.
Los pueblos indígenas de la Amazonía son diversos en términos de lenguas, costumbres, creencias y prácticas culturales. Cada grupo étnico tiene su propia historia, cosmovisiones y desafíos específicos.
A lo largo de cientos de años, mujeres pertenecientes a diferentes pueblos originarios de la Amazonía han reservado un momento especial en sus rutinas para reunirse, conversar, compartir experiencias y transmitir sus conocimientos ancestrales. Mientras se conectan entre sí, sus hábiles manos crean objetos que llevan consigo parte de la historia y cultura de sus pueblos. Algunas de estas piezas son utilitarias, destinadas al uso cotidiano, mientras que otras están destinadas a adornar y embellecer la vida de quienes las rodean.
Hoy, el arte único y ancestral producido por estas mujeres indígenas amazónicas está siendo reconocido y valorado en todo Brasil. Este reconocimiento no solo preserva la rica tradición cultural de estos pueblos, sino que también contribuye a una economía justa que promueve la conservación del bosque en pie. Además de la diversidad presente en las más de 300 etnias originarias de Brasil, el arte indígena del país abarca una amplia variedad de objetos y estilos.
Se pueden admirar los ricos gráficos de las canastas Baniwa, las telas pintadas a mano por los artesanos Kayapó, los artículos de teçume producidos con paja trenzada en la región de la Reserva de Desarrollo Sostenible de Amanã, las piezas de arte Xipaya hechas con semillas y madera, la cerámica de el pueblo Tukano y adornos como aretes, pulseras y collares elaborados con cuentas de vidrio. Cada creación refleja la identidad y cultura de sus creadores, llevando consigo la historia y esencia de sus pueblos.
Un ejemplo notable es la artesanía producida por las mujeres Mebengokrê, que incorpora la notable pintura corporal de este pueblo y revela su identidad fuerte y perseverante. Estas obras de arte indígenas no solo expresan la creatividad y la habilidad de estas mujeres, sino que también son símbolos poderosos de resiliencia cultural y preservación de las tradiciones ancestrales.
Actualmente, la red que incluye a más de 3.330 productores indígenas se beneficia directamente a través de relaciones comerciales éticas y transparentes. Esta red mueve aproximadamente R1TP4Q16.1 millones a través de alianzas con 74 instituciones de apoyo y organizaciones comunitarias, además de 35 empresas. Estas transacciones comerciales no solo generan un impacto económico positivo para las comunidades indígenas, sino que también contribuyen a la conservación de aproximadamente 51,8 millones de hectáreas de bosque preservado por pueblos indígenas y poblaciones tradicionales.
La operación abarca cinco territorios principales: Xingu, Norte de Pará, Rio Negro, Solimões y Tupi Guaporé. El comercio ético, justo y responsable que promueven estas iniciativas subraya la importancia de valorar y apoyar la producción artesanal indígena, reconociendo su valor cultural y fomentando la preservación de las tradiciones.
Un estudio realizado por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) también reveló la importancia económica de los productos forestales de la Amazonía, destacando el açaí como el principal generador de ingresos. En 2016, se extrajeron alrededor de 215,4 mil toneladas de açaí, lo que resultó en un impresionante ingreso de R$ 514,2 millones. Este monto representa aproximadamente 76% del monto total de R$ 672,2 millones obtenidos por la venta de todos los productos extraídos en la región amazónica.
La investigación realizada por el IBGE analizó la provisión física y monetaria de los 12 productos de mayor expresión económica, tanto los extraídos como los cultivados, en el período de 2006 a 2016. Además de açaí, látex coagulado, yerba mate, corazón de palma, nuez de Brasil, pequi, pequi almendra, babasú, cera de carnauba, polvo de carnauba, jaborandi y piassava.
Sin embargo, el estudio también reveló algunas disminuciones significativas en la producción de ciertos productos forestales en el período analizado. Hubo una reducción de 34% en la producción de palmito extraído, 47% en babassu, 44% en piassava, 45% en carnauba en cera y 51% en carnauba en polvo. Las mayores disminuciones acumuladas se observaron en la producción de almendra pequi, con una disminución de 73%, y de látex coagulado extraído, con una disminución de 70%.
Por otro lado, algunos productos mostraron un aumento en la producción. El açaí extraído experimentó un aumento de 113%, mientras que el açaí cultivado experimentó un aumento de 8%. El látex coagulado cultivado tuvo un incremento de 8%, la yerba mate cultivada creció 45% y la extraída aumentó 51%. Además, se incrementó la producción de palmito cultivado (60%), castaña (21%) y jaborandi (2%).
Este estudio pionero realizado por el IBGE tiene como objetivo evaluar la importancia económica y ambiental de los recursos de la selva amazónica cuando se preservan. Los datos muestran la relevancia del açaí como uno de los principales productos generadores de ingresos en la región, destacando su importante contribución a la economía local. Sin embargo, también destacan la necesidad de una gestión sostenible y responsable de los recursos naturales, con miras a preservar el bosque en pie y asegurar la continuidad de estos valiosos productos forestales en el futuro.
En la perspectiva de valorizar el arte y la selva, Aldeia Krahô, ubicada en el corazón del Cerrado brasileño, es un tesoro cultural que guarda en sus tradiciones y artesanías la riqueza ancestral de este pueblo indígena. Con su habilidad para tejer, los Krahô producen una variedad de objetos, desde canastas y bolsos hasta collares e instrumentos musicales, utilizando materiales naturales que se encuentran en su entorno.
Esta producción artesanal va más allá del valor estético y cultural, abrazando también la sustentabilidad y una relación armoniosa con la naturaleza. Los Krahô entienden que su existencia está intrínsecamente ligada al paisaje en el que viven, reconociendo la interdependencia entre el ser humano, los árboles, las montañas, los ríos y los mares. Esta cosmovisión sagrada se refleja en prácticas artesanales, que valoran y preservan los recursos naturales, evitando el desperdicio y promoviendo la armonía con el medio ambiente.
Con aproximadamente 120 artesanas y 20 artesanos activos, la aldea de Krahô mantiene vivas las técnicas ancestrales de tejido. Cada pieza producida lleva consigo no solo la habilidad y creatividad de los artesanos, sino también la historia, los valores y los conocimientos transmitidos de generación en generación. Cada trenza, cada semilla y cada fibra utilizada cuenta una parte de la identidad cultural de los Krahô, fortaleciendo su autoestima y el sentimiento de pertenencia a su comunidad.
Además de preservar y valorizar su cultura, la producción artesanal de los Krahô juega un papel importante en la promoción del desarrollo sostenible y la generación de ingresos para la comunidad. Al comercializar sus artesanías, los Krahô establecen relaciones comerciales basadas en la ética y la valorización del trabajo indígena, contribuyendo a la valorización y reconocimiento de sus tradiciones.
Valorar el arte y la artesanía indígena es, por lo tanto, reconocer y respetar la diversidad cultural de Brasil, además de promover la preservación y la sostenibilidad del medio ambiente. Es necesario que la sociedad en su conjunto valore y apoye el trabajo de los pueblos indígenas, reconociendo su contribución a la preservación de la naturaleza y al mantenimiento de un mundo más equilibrado y armónico.
Derechos de la naturaleza: un camino hacia la sostenibilidad global
En los últimos años se ha hecho cada vez más evidente que el modelo de desarrollo tradicional, basado en la explotación indiscriminada de los recursos naturales, ha llevado a una crisis ambiental global sin precedentes. Ante este escenario, han surgido movimientos en defensa de los derechos de la naturaleza, que buscan un enfoque jurídico y ético innovador para la protección y preservación de los ecosistemas.
La idea central detrás de los derechos de la naturaleza es reconocer que la naturaleza tiene sus propios derechos inalienables, al igual que los seres humanos. Este enfoque rompe con la visión antropocéntrica que sitúa al ser humano en el centro de todas las decisiones y considera a la naturaleza únicamente como un recurso a explotar. Al conferir derechos a la naturaleza, se reconoce su importancia intrínseca e inestimable valor para la supervivencia y el bienestar de todas las formas de vida.
En Brasil y en otros países del mundo, el movimiento por los derechos de la naturaleza ha cobrado fuerza. Las comunidades tradicionales, los pueblos indígenas y las organizaciones no gubernamentales se están movilizando para garantizar que se escuche y respete la voz de la naturaleza. Estos movimientos buscan la adopción de leyes y políticas que reconozcan jurídicamente los derechos de la naturaleza, permitiendo que los ecosistemas, ríos, bosques y otras formas de vida tengan representación y protección legal.
El abordaje de los derechos de la naturaleza va más allá de la simple conservación ambiental. Implica un cambio de paradigma, una transformación profunda en la forma en que nos relacionamos con el medio ambiente. Significa reconocer que somos parte integral de la naturaleza, no sus dueños o controladores. Esto requiere adoptar prácticas sostenibles, respetar los límites ecológicos, restaurar ecosistemas degradados y promover una economía regenerativa.
Un ejemplo notable de avance en esta dirección es la inclusión de los derechos de la naturaleza en la Constitución de algunos países, como Ecuador y Bolivia. Estos países reconocen jurídicamente a la naturaleza como sujeto de derecho, con derecho a la existencia, al mantenimiento de sus ciclos vitales ya la regeneración de sus ecosistemas. Este enfoque innovador tiene el potencial de transformar la forma en que nos relacionamos con la naturaleza y garantizar su protección a largo plazo.
El reciente reconocimiento del río Laje, en el Parque Estadual Guajará Mirim, como entidad viva y sujeto de derechos es un hito histórico en Brasil. Esta iniciativa pionera refleja un movimiento global que busca revertir la pérdida de biodiversidad, combatir la desertificación, abordar el cambio climático y respetar los límites planetarios que sustentan la vida en la Tierra. Más de 400 iniciativas similares están en marcha en casi 40 países de todo el mundo, lo que demuestra la relevancia y urgencia de este enfoque.
Los derechos de la naturaleza reconocen que la humanidad y la naturaleza son interdependientes y comparten una existencia intrínseca con el planeta. Esta visión rompe con la idea de que la naturaleza es sólo un recurso a explotar y pone en práctica una relación de respeto y equilibrio con los sistemas naturales. Al conferir derechos a la naturaleza, reconocemos su gran importancia y su papel esencial para la supervivencia de todas las formas de vida, incluida la humanidad misma.
Estas iniciativas legales centradas en la Tierra brindan mecanismos para garantizar la integridad y la salud de los ecosistemas. Al reconocer que los sistemas naturales tienen derechos inalienables, como el derecho a la existencia, la regeneración y el equilibrio, podemos establecer salvaguardias legales que protejan a la naturaleza de actividades nocivas e irresponsables. Esto implica adoptar prácticas sostenibles, promover la restauración de ecosistemas degradados y reevaluar nuestros patrones de consumo y producción.
Además, los derechos de la naturaleza también involucran la participación de las comunidades locales y pueblos indígenas, reconociendo sus prácticas ancestrales en el manejo y conservación de los recursos naturales. Estos pueblos tienen un profundo conocimiento y vinculación con el medio ambiente, y su participación activa es fundamental para garantizar la protección y preservación de los ecosistemas. Como tal, el movimiento por los derechos de la naturaleza ofrece una nueva perspectiva para enfrentar la crisis ambiental global.
La protección de las tierras indígenas juega un papel clave en la reducción de las emisiones de carbono y la lucha contra el cambio climático, según un informe reciente del Instituto de Recursos Mundiales y Climate Focus. El estudio destaca el potencial para mitigar las emisiones en tierras indígenas y comunidades locales (PICL) en cuatro países: Brasil, Colombia, México y Perú, que son responsables de 5.1% de emisiones globales de gases de efecto invernadero.
El informe revela que alrededor de 92% de tierras forestales de IPLC en estos países actúan como sumideros netos de carbono, absorbiendo un promedio de 30 toneladas de carbono por hectárea cada año. Estas tierras secuestran más del doble de carbono por hectárea que las tierras que no son PICL. Este potencial de secuestro de carbono en tierras indígenas y comunidades locales es esencial para cumplir los objetivos climáticos establecidos en el Acuerdo de París de 2030.
Los investigadores señalan que la contribución de las tierras indígenas y las comunidades locales es crucial para evitar la necesidad de compensaciones en otros sectores económicos importantes en los países estudiados. Sin una protección y gestión adecuadas de estas tierras, sería necesario compensar las emisiones en otros sectores para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones.
Además de desempeñar un papel importante en la mitigación del cambio climático, las tierras indígenas también desempeñan un papel clave en la conservación de la biodiversidad y el mantenimiento de los servicios de los ecosistemas. Los pueblos indígenas cuentan con conocimientos tradicionales y prácticas de manejo sostenible que contribuyen a la preservación de los recursos naturales y la protección de los ecosistemas.
Guardianes de la Naturaleza: Pueblos Indígenas y Tradicionales como Defensores de los Bosques
Un estudio realizado por el Instituto Socioambiental (ISA) comprobó lo que muchos ya sospechaban: los Pueblos Indígenas y Tradicionales son los verdaderos guardianes de los bosques en Brasil. Según el análisis, estas comunidades son responsables de proteger un tercio de las áreas forestales del país. Durante 36 años, los territorios indígenas ya demarcados o en espera de demarcación fueron los que más lograron conservar sus características originales, destacando el valioso servicio que estas comunidades prestan a Brasil y al mundo.
Los resultados del estudio son incuestionables y destacan la importancia fundamental de los Pueblos Indígenas y Tradicionales en la conservación del medio ambiente. Mientras la deforestación avanza en otras regiones, los territorios indígenas se destacan como verdaderos remansos de biodiversidad y áreas protegidas. Las imágenes satelitales son claras: son los indígenas quienes mejor logran preservar la selva amazónica, uno de los ecosistemas más importantes y amenazados del planeta.
Durante los últimos 35 años, las Tierras Indígenas han demostrado ser particularmente efectivas en la protección de los bosques, preservando alrededor del 20% del total de bosques nacionales. Además, las Tierras Indígenas y las Reservas Extractivas se destacaron frente a otras formas de protección, como las Unidades de Conservación de protección integral o las Áreas de Protección Ambiental (APA). Estos territorios tradicionalmente ocupados juegan un papel crucial en la prevención de la deforestación y la recuperación de áreas degradadas.
Esta profunda conexión entre los pueblos indígenas y los bosques no es solo una cuestión de preservación ambiental, sino que también está intrínsecamente ligada a la supervivencia de todos. La preservación de los bosques amazónicos es fundamental para garantizar el abastecimiento de los embalses de agua, la producción de energía y el abastecimiento de agua potable para consumidores, industrias y agronegocios. Los indígenas, con su sabiduría ancestral, comprenden la gran importancia de este ecosistema para el mantenimiento de los ciclos naturales esenciales.
La presencia de los Pueblos Indígenas en los bosques va más allá del manejo tradicional y la alta tecnología social aplicada al cuidado del medio ambiente. Estas comunidades amplían la gobernabilidad sobre sus territorios y promueven aportes socioambientales significativos. A través de sus conocimientos tradicionales, técnicas de gestión sostenible y respeto por la naturaleza, desempeñan un papel clave en la conservación de la biodiversidad y la promoción de la resiliencia de los ecosistemas.
Actualmente, aproximadamente 40,5% de bosques brasileños están protegidos en el sistema nacional de áreas protegidas, que incluye Tierras Indígenas, Territorios Quilombolas y Unidades de Conservación. Sin embargo, son las áreas protegidas que cuentan con la presencia de Pueblos Indígenas y poblaciones tradicionales -como Tierras Indígenas, Territorios Quilombolas, Reservas Extractivas y Reservas de Desarrollo Sustentable- las que garantizan la preservación de una tercera parte, aproximadamente 30.5%, de los bosques en el Brasil.
Se estima que las comunidades indígenas y tribales están involucradas en la gestión de 320 a 380 millones de hectáreas de bosques en la región, que son responsables de almacenar aproximadamente 34 mil millones de toneladas de carbono. Esta cantidad es mayor que la que se encuentra en todos los bosques de Indonesia o la República Democrática del Congo.
Estas comunidades tienen un profundo conocimiento ancestral sobre los ecosistemas forestales, adquirido durante generaciones, y han demostrado una capacidad única para proteger y preservar estas áreas. Su participación activa en la gobernanza forestal comunal da como resultado prácticas de gestión sostenible, conservación de la biodiversidad y promoción de soluciones resilientes para abordar el cambio climático.
Para que Brasil logre sus objetivos climáticos y contribuya efectivamente a reducir el cambio climático global, es necesario que el país deje de talar bosques primarios y secundarios.
La FAO destaca la importancia de invertir en iniciativas que fortalezcan el rol de estas comunidades en la gobernanza forestal, reconociendo sus derechos territoriales y valorando los servicios ambientales que brindan.
Revitalizar las culturas y los conocimientos tradicionales es fundamental para preservar la riqueza cultural y promover la sostenibilidad. Además, es fundamental fortalecer la gobernanza territorial y apoyar a las organizaciones indígenas y tradicionales, reconociendo el papel crucial de los jóvenes indígenas y las mujeres indígenas en este proceso.
Para abordar los desafíos climáticos y ambientales, es necesario promover alianzas entre gobiernos, financiadores climáticos, el sector privado y la sociedad civil. El apoyo financiero y la facilitación de la gestión forestal comunitaria son medidas importantes para garantizar la continuidad de los servicios ecosistémicos proporcionados por las comunidades indígenas y tradicionales.
El reconocimiento del papel de los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales como guardianes de los bosques y agentes de cambio es fundamental para construir un futuro sostenible. Valorar sus culturas, saberes y derechos es una responsabilidad colectiva que contribuye a la preservación de la naturaleza y al bienestar de toda la humanidad.
Los pueblos indígenas han demostrado que es posible conciliar la preservación ambiental con el uso sostenible de los recursos naturales.
Por ello, es necesario fortalecer sus luchas por la demarcación de territorios, garantizar su participación activa en las políticas ambientales y promover alianzas respetuosas y equitativas entre estas comunidades y otros sectores de la sociedad.